“La reducción de la vida a la economía es una de las más trágicas expresiones de nuestra época”
(Thomas Sattelberger)
Estrés y ausencia de experiencias significativas en el colegio cada vez más alumnos y familiares se quejan de un fenómeno dominante en el lugar de educación llamado escuela y que Víctor Frankl denominó como “espíritu contemporáneo negativo”. Esta nociva actitud existencial la explica él con los fenómenos del conformismo –tener que comportarse como lo hacen los otros-, del totalitarismo –hacer lo que otros quieren-, y del reduccionismo- creer que no existen otros niveles de existencia (Frankl, 1973:13). Estas tres formas de pensar tienen en común la propiedad de hacer del hombre un ser reactivo en vez de un ser activo, negando la necesidad humana de darle sentido a la vida.
Justamente las posiciones fatalistas ante la vida, conforme al lema “no se puede hacer nada”, así como una mentalidad colectivista en el sentido de que el individuo ha de someterse sin cuestionar a la opinión del grupo, niegan sentimientos, deseos y preferencias personales. De que se trata aquí de un fenómeno clínico –Frankl lo denomina “neurosis colectiva” (Frankl, 1993:192)- se percatan muy pocos de los que están completamente integrados en el proceso laboral, en tanto que todos padecen la misma perturbación psíquica con afección personal. ¿Acaso no todos intentan ocultar sus debilidades, ser siempre perfectos, rápidos y demostrar un alto rendimiento en condiciones de estrés, no llamar la atención y quedar bien controlando de las relaciones emocionales?
De acuerdo a la visión neoliberal del hombre, la cual ya condiciona todos los ámbitos de la vida y el trabajo, el ser humano es un sujeto que supuestamento sólo persigue su propio beneficio y que está determinado por su pasado, sus impulsos vitales, sus necesidades, su condicionamiento psíquico, pero, sin embargo, su sufrimiento espiritual, su hambre de sentido en la vida, son ignorados. ¿Acaso sorprende que tal hombre unidimensional esté“frustrado existencialmente” (Frankl)?
Esta unidimensionalidad consiste en que el homo oeconomicus se concibe a sí mismo como un ente “racional” que ambiciona maximizar su utilidad y ventaja propias y que ve a sus semejantes como simples objetos en su ambicionar, con lo cual no solamente se viola el principio de respeto y de dignidad del ser humano como sujeto, sino también se despojan las relaciones humanas de toda exigencia moral. El pensamiento lógico-mercantil de la economía ha subordinado prácticamente todos los ámbitos de la sociedad a esta categoría mental, imponiendo con ello una monocultura del pensamiento. Cuando esta visión unilateral del hombre, que excluye la dimensión social y humanitaria, se postula como única, entonces se trata aquí del espíritu contemporáneo negativo que formula Víctor Frankl, y con el que que calzan los criterios de “reduccionismo”, de “conformismo” y de “totalitarismo”, ya formulados anteriormente. Justamente a través de las mencionadas tendencias en nuestra sociedad, y especialmente en las escuelas dirigidas convencionalmente, se subyuga el “deseo de encontrar sentido”, puesto que el alumno termina sintiéndose tratado como un “objeto”, en quien surge, según Frankl, un “vacío existencial” , un sentimiento de no ser tenido en cuenta y que desemboca en una debilidad motivacional (Frankl, 1973:11).
¿Pero acaso no era la escuela por largos años una garantía para el futuro y cómo pueden tan merecidas instituciones de la sociedad caer en sospecha generalizada de divulgar un pensamiento conformista y reduccionista y de “producir” alumnos sin motivación alguna, de tal manera que la escuela, y pese a su sincero compromiso con el futuro de sus alumnos, se ve privada de su fuerza efectiva? Ante estas afirmaciones surgirá probablemente una gran indignación en la dirección y en el cuerpo docente de las escuelas porque, de acuerdo a la forma corriente en que el cuerpo docente en escuelas públicas suele verse a sí mismo, siguiendo la idea de Kant de “conciencia del deber”, considera que actúa como prescribe la ley, formulada ésta en base a criterios preconcebidos de medición, supuestamente objetivos y justos para el bien común, de tal forma que la burocracia educacional cree actuar en buena conciencia.
Sin embargo, para escolares y familiares suele aparecer hoy esta concepción como una anticuada moral del debe ser así, como algo que exige sumisión. Visto en la perspectiva de un hombre libre, de ideas propias y capaz de actuar autónomamente, “la ley” ha sobrevivido, pero ha perdido su sentido envuelta en posiciones abstractas, porque sus criterios /medidas no siempre son enseñables. Y si, no obstante, se llega a exigir su cumplimiento, la escuela se experimenta como agresiva, sin amor y sin confianza en el hombre, al que le debería estar permitido ser lo que él quiera ser, el que desea desarrollar su potencial. Por ello luego aparece la depresión, el repudio a la escuela y el fracaso escolar, como ya se mencionó.
El aprendizaje se vuelve aburrido, sin sentido, sirve solamente para mantenerse a flote en el sistema de notas, para poder acceder a oportunidades de educación y trabajo y a una cierta participación en la sociedad.
Sin embargo, el aprender es posible solamente por un ser activo, abierto al mundo y con capacidad de resonancia, o sea en base a un concepto de calidad educativa, realizable en base a lo que es la Cultura de la Atención Plena. Este cambio de paradigma en la escuela sería apropiado para neutralizar las condiciones limitativas arriba señaladas, que deterioran la auto-motivación y el rendimiento escolares, que sofocan, como bajo una campana de cristal, la iniciativa personal y el actuar responsable, terminando por minar la capacidad de compromiso y el sentido de todo. Las viejas formas de estrés podrán ser así desmontadas, pudiendo re-orientar al alumno a que se sienta menos en el rol de víctima y mucho más satisfecho en el rol de creador. Este cambio de perspectiva debe ser, justamente para pedagogos, de una gran relevancia, pues, según la Teoría de la Motivación de Frankl, todas estas actitudes existenciales erróneas tienen una correlación negativa con el sentido vivencial en la escuela, de tal forma que mientras más pronunciadas sean las primeras, menor será la motivación (véase Graf, 2007). ¡Cuánto esfuerzo realizan profesores por motivar a sus alumnos!, pero ¡cuánto más simple sería elevar el sentido vivencial de los alumnos y darles la oportunidad de asumir responsabilidades! Esta forma de fomentar la motivación podrá llegar a ser perdurable. Por ello, en la escuela de hoy se requiere de partida un enfoque hacia una filosofía integral que entregue significación y valor o substancia, para que el alumno recupere un rol protagónico de acuerdo a “su verdadera conciencia del bien y del mal” (íbidem, 1993:192).
Sean mencionadas aquí dos características de la dimensión significación y valor, las que debieran tomar forma operativa en la propia escuela, las cuales, como se detallará en este libro, se plasmarán en la cultura de la Cultura de la Atención Plena:
1. Tanto los profesores como la dirección de la escuela deben indagar posibilidades de desarrollo personal para sí mismos y para sus alumnos y darles espacio libre para ello, para que así los talentos profesionales y los recursos de todos los actores puedan ser integrados óptimamente en el proceso de trabajo. Los factores organizacionales que atentan contra la motivación son neutralizados consecuentemente en una cultura positiva del error.
2. Profesores y dirección deben vitalizar el reconocimiento social en el trabajo productivo conjunto, así como el sentimiento de trabajar para un fin común. A esto también corresponde la necesidad de enfrentar decididamente todo inicio de habladuría o de actuar negativo, pues a quién podría extrañarle que entre alumnos exista el acoso cuando la misma dirección del colegio y el cuerpo de profesores se encuentran infestados de ese bacilo.
Esa nueva orientación en la escuela como lugar de aprendizaje debe cumplir una función de puente hacia las competencias impartidas para así garantizar una máxima salud psíquica en una cultura que entregue significación y orientación hacia valores, como leitmotiv de la escuela. Así es como la sentencia de Frankl vale muy especialmente para la dirección de la escuela y el profesorado: “No hay nada en el mundo que estuviera en mejores condiciones de ayudar a un hombre a superar un sufrimiento interior o dificultades externas que el saber de una tarea a realizar, el saber que existen un sentido muy concreto, no en el gran contexto de toda su vida, sino aquí y ahora, en la situación concreta en que se encuentra” (Frankl 1991:26).
No obstante, una simple declaración de intenciones no basta para un cambio de paradigma, pues nuestro ego puede imitar esta nueva tendencia casi a la perfección, por lo que se requiere de una Práctica Sistemática de Auto-observación, tanto individualmente como en grupo, es decir, contar con el acompañamiento de supervisores para evitar volver a caer en viejos esquemas mentales. Aun cuando queramos cambiar nuestro modo de ver las cosas, solemos caer enseguida en la rutina, postergamos cómodamente el nuevo comienzo para mañana, o vemos tantos obstáculos y contratiempos en el camino que al final dejamos las cosas como estaban. Pero también sabemos que nosotros contamos con un potencial ilimitado de posibilidades –así nos lo demuestra la física cuántica- y que podemos cambiar nuestra voluntad, nuestro pensamiento y hasta nuestro destino. ¿Por qué repetimos siempre nuestra forma de actuar, pero esperamos otro resultado? Porque estamos prisioneros en un patrón de actuación que nuestro cerebro nos refleja de inmediato como una representación del pasado, en tanto nosotros estamos conformados por un depósito limitado de circuitos generados por nuestra experiencia en la vida: éstos se resisten a lo nuevo, lo rechazan y nos hacen caer en una mentalidad estrecha, lo que por ende significa que ya no podemos aprender más. Si el aprender significa generar nuevos circuitos sinápticos, hacer nuevas experiencias y practicar un nuevo pensamiento, así entonces puede cambiar el hombre. De ahí que sea necesario siempre volver a despertar visiones y, observándose a sí mismo, corregir la orientación del camino, pues si los viejos esquemas permanecen ocultos sin ser reconocidos se convertirán en enemigos muy peligrosos. En esto puede darnos una Cultura de la Atención Plena o del Espíritu Atento la posibilidad de una autoevaluación y orientación.
Si el cuerpo de profesores quiere lograr elevar la calidad de la educación a través de la motivación y el entusiasmo propios de un nuevo paradigma, entonces su institución educativa necesitará modelos y procedimientos para operacionalizar y medir su calidad de servicio. Aunque existen ya estándares de calidad oficiales y vinculantes, como normas, EPAS –sistema de acreditación de programas (en sus siglas en inglés, nota del traductor), rasgos distintivos de la buena clase para la formación de profesores, modelo de la escuela ideal, guía para la inspección de escuelas, así también los objetivos a alcanzar acordados entre el Ministerio de Educación y el director de escuela. Pero, no obstante, no deben quedar ignorados los comentarios y los análisis críticos de la calidad de la educación alemana, a decir “que en ningún caso se puede hablar de la calidad de la escuela como una disciplina propia de investigación, que existe un enorme déficit de teoría y que el concepto de calidad de escuela es vago , que es usado para los más diversos fines y hasta la fecha nunca ha sido claramente definido”. (van Buer/Wagner, 2007:47)
Con ello queda claro que no existe en Alemania estudios ni de efectividad ni tampoco de la calidad de la educación (íbidem:51). El desarrollo de potenciales de los alumnos requiere, no obstante, de sistema educacionales con alta calidad de proceso y también de una gestión de colegios capaz de mirar más allá del límite marcado sólo por la calidad de los resultados y que a la vez logre optimizar la dinámica organizacional por medio de la autoevaluación.
En el presente trabajo se muestra, partiendo de una encuesta a egresados, cómo es posible detectar los potenciales de optimización mediante la combinación de encuestas cualitativas y cuantitativas sobre los escenarios de actuación personal y qué medidas han de tomarse para lograr una “ atención plena organizacional”.
Los autores son docentes y egresados de la carrera de “Master in Organization Studies” de la Universidad Fundacional de Hildesheim, de cuya tesis de grado sobre la satisfacción de los egresados de un liceo profesional ha surgido este estudio. Después de haber superado éste el examen de su aplicación práctica, quisieran los autores entregar su consejo asesor a otros actores del concierto educacional, pero sin pretender ser un planteamiento exclusivo o único. ¿En qué puede ser útil? Con su apoyo es posible detectar las fortalezas y debilidades en los campos de actuación de una entidad educativa, para luego elaborar medidas destinadas a lograr un desarrollo organizacional sistémico y atento, así como una alta calidad de proceso.
Pero antes de aplicar los instrumentos propios del taller práctico, es necesario presentar antes lo que pudiera concebirse como un “modelo” integrador que contiene una “arquitectura” compuesta de diversos componentes teóricos, o sea, presentar el marco conceptual de una cultura sistémica de la atención plena y que pretende considerar la multidimensionalidad y la complejidad del desarrollo organizacional. Después se evaluarán las condiciones concretas del proceso de generación del servicio educacional en las clases por medio del método de la autoevaluación interna, el cual preve dos pasos; primero un pre estudio y, segundo, un cuestionario parcialmente estandarizado sobre la satisfacción de los alumnos. El resultado no está dirigido en primera línea a la opinión pública, sino que es objeto de la optimización de la cultura escolar en el seno del cuerpo de profesores. Para apoyar este proceso de acuerdo a una asesoría sistémica organizacional se recomienda realizar entrevistas orientativas con padres, profesores y dirección de la escuela, descubrir fortalezas y debilidades, a partir de las cuales y con ayuda de conceptos de dirección estratégica de empresas –que va desde unas ideas de visión y de misión, llegando a medidas específicas-, sea posible entonces diseñar un Change Management.
Empecemos ahora con el marco teórico del análisis.
1.- Areas problemáticas en la escuela
Observando el proceso educativo actual de niños y jóvenes, se destacan tres tendencias:
Con la irrupción del internet surge primeramente una disponibilidad ilimitada de información acorde a una sociedad del saber, de tal forma que no pocos usuarios consideran internet como símbolo del progreso en sí, y no simplemente como un instrumento, mediante el cual se puede elevar el rendimiento y lograr una mejor educación. Sin embargo, mientras los peligros del uso de internet apenas son objeto de un análisis crítico, a la vez crece la amenaza de que el usuario sea objeto de una manipulación medial al hacerle caer en la ilusión de que con el solo acceso a la red ya dispone del saber y de la educación, que es progresista y está perfectamente dotado para el futuro. De esta forma aparece el peligro de auto-enajenación y distanciamiento del mundo.
Abb 1: exposición artistica , Cádiz, Spanien (foto privado)
Manfred Spitzer y Gerald Hüther, ambos neurobiólogos, por eso nos advierten de un “abandono y degradación digital”, aparejada al peligro de la soledad. En efecto, este llamado abandono digital conlleva frecuentemente una degradación del nivel de bienestar muy relacionado con una orientación al consumo.
Sin correcciones estructurales en la formación de los jóvenes y sin un claro contexto de valores en el sistema educativo existe el riesgo real de que la gente joven pronto se sienta frustrada existencialmente y termine en un burn-out. Aunque los jóvenes encuentran rápidamente su lugar en el mundo virtual, se aseguren una identidad y puedan establecen relaciones, ocurre todo esto siempre menos en el “mundo real”. De esta forma, las redes sociales online pueden crear la ilusión de cercanía o intimidad y llevar a una dependencia extrema de internet.
Quien pase mucho tiempo en el mundo virtual -especialmente los que son todavía jóvenes- se verá perjudicado en su desarrollo cerebral, pues los impulsos de los medios de comunicación, conducidos por las sinapsis hacia las células nerviosas, dejan allí huellas que son llamadas equivocadamente “aprendizaje” y son, en contraposición a las del mundo real -por el que cada vez menos se interesan-, sólo difusas. Por esto muchos jóvenes van al encuentro de la materia de estudio del colegio con un bagaje de experiencia propia muy débil y espúreo, con la consecuencia de encontrar la escuela tremendamente aburrida.
Spitzer cuenta de un estudio en Friburgo que confirmó que la mayoría de los alumnos durante las clases se encontraban fisiológicamente cercanos al sueño profundo y carentes de toda participación emocional. Por la tarde, sin embargo, surgen las emociones ante la pantalla del ordenador. Se confirma una baja disposición y baja capacidad receptivas de los alumnos ante asignaturas sociales, políticas, ecológicas o internacionales. Puesto que el hábito de lectura y la competencia lectora se reducen igualmente –en Alemania se habla de un 40% de analfabetismo funcional y de hasta un 30% de no lectores-, se enfrentan los pedagogos de hoy no solamente con los déficit de competencia lectora, sino además con la pérdida de la capacidad reflexiva y de discernimiento, ambas formadas en el hábito de lectura. Ello se traduce en la escuela también en una actitud de trabajo y estudio pasiva o negativa.
Las competencias culturales del hogar familiar, o sea, sus hábitos de lectura, el fomento de capacidades artísticas, el interés por el mundo y viajes, etc., junto al llamado capital social y la situación económica de los padres constituyen factores siempre más relevantes, en tanto la desigualdades nacionales en la distribución de la renta y la reducción de la inversión pública en educación en las últimas décadas, además de la crisis bancaria-financiera en Europa, han llevado a una reducción fuerte en la oferta de clases así como a clases numerosas. Pero allí no termina toodo: los cambios en las condiciones generales de trabajo como expresión de una transformación estructural sociopolítica que tiende a una sociedad de servicios y del saber han elevado rápidamente el nivel de cualificación exigido. (☛Ver Anexo: “Modelo de Calidad”)
Atrás queda la igualdad de oportunidades, se pierde la solidaridad en aras de una lucha competitiva con métodos y medios desleales -también en la escuela- y de acuerdo a una ideología exclusivista de la “sociedad del rendimiento” que exige una orientación unilateral a fines tecnocráticos de educación o a la repetición exacta de contenidos aislados. Por ello, el sistema educativo se encuentra en peligro de perder su carácter modelo para el futuro de la juventud. En la medida en que la Educación acepte el statu quo sin más o que lo conciba como una realidad sin alternativa, se hace cómplice de un cierto embrutecimiento de las relaciones humanas.
Detrás de todo este proceso se esconde una visión utilitarista del hombre, cuyos patrones de pensamiento se remontan a los albores de la industrialización. Desde un comienzo se intentó formar a la gente como engranajes de un sistema bien regulado acorde a la división del trabajo; de ahí que se impuso en todos los ámbitos de la sociedad el valorar o considerar detenidamente la utilidad de las cosas que estén vinculadas a costes. No obstante, en una sociedad moderna de servicios y del saber han quedado obsoletos estos criterios, teniendo que surgir ahora un cambio de paradigma en los sistemas de Educación, en los cuales se creen condiciones favorables para el desarrollo de los potenciales individuales, tanto en la formación de la personalidad como en el plano económico y político.
Abb. 2 Museo Es Baluard, Palma de Mallorca, (foto privada)
2.- Hacia un nuevo paradigma
Con el fin de ilustrar el cómo corregir como profesor patrones negativos de orientación e interpretación hacia una alternativa positiva y constructiva, se presenta a continuación el paradigma “Déficit” versus “Cultura del Potencial” en un esquema simplificado:
Este cambio de paradigma puede ayudar a generar una actitud despierta y atenta, llegando a convertirse en el concepto central de calidad de escuela y clase. Calidad en la escuela significa entonces que el aprender para provecho propio y de la sociedad sea impulsado a través de una cultura de la atención vigilante (mente plena) como elemento-puente y que ha dibujado en sus estandartes la formación de la personalidad orientada a valores.
Una cultura de la atención, del cuidado consciente del actuar, está referida a una posición interior de cada uno y a una estimación cordial de los actores entre sí dentro del sistema Escuela, o sea, los alumnos, los profesores, la administración, los padres y familiares. Con ello, la totalidad de la institución Escuela está empeñada en optimizar en forma consecuente y cuidadosa las medidas, actividades y procesos de aprendizaje.
Siguiendo a Weick/Sutcliffe , la gráfica siguiente aclara más en detalle la noción de
En el interior de los cinco aspectos de la vigilancia organizacional se encuentran cinco campos en estrecha unión:
➙ Una Comunicación Atenta hace realidad la noción de calidad, ella impulsa la calidad de los procesos tanto en las clases como en la comunicación: en ella se halla primeramente la empatía del profesor y su pasión por la materia que enseña. También expresa, por otro lado, la actitud de estima o valoración por el otro en la clase o en el trabajo de mentor. En este contexto se desarrolla el diálogo en la conciencia del hecho de que nuetra percepción cognitiva está condicionada por patrones subjetivos de interpretación de situaciones y acontecimientos;
➙ La Calidad de las Clases está determinada esencialmente por la comunicación atenta, en tanto que la cualificación del profesor, su conocimiento y capacidades específicos y su competencia metódica-didáctica es comunicada en forma verbal y no verbal. Ello aumenta la probabilidad de que la relevancia de la materia y del desarrollo del proceso de aprendizaje sea reconocida.
➙ La Autorealización Autónoma en clase y en la escuela debiera ser una dimensión de la atención vigilante, en tanto que la experiencia propia, incluyendo las extremas, -que forma el sentido de autoestima- combinada con una debida asesoría y estimación, hacen posible una autoafirmación, un encuentro con sus propias facultades que podrán motivar al joven a desarrolar su propio potencial. Esta dimensión no debe ser reducida a la actividad del alumno en el ámbito de clases de carácter práctico solamente , sino que significa eficacia personal, reflexión autónoma, una capacitación para asumir responsabilidad política, también desasosiego creativo en la escuela y en su entorno, de tal manera que el futuro vuelva a ser percibido como una promesa y no como una amenaza.
➙ También la Participación en tareas comunitarias es importante para la actuación consciente en organizaciones. Las experiencias de participación también pueden ser realizadas en la escuela misma mediante una colaboración efectiva en las actividades de la escuela, como, p.ej. en la realización de una cultura de evaluación, en proyectos, pasantías, intercambios con otros colegios, viajes de estudios, lo que, además, contribuye al desarrollo de la personalidad y de competencias sociales.
➙ Finalmente, un Entorno Positivo, incluye tanto espacios interiores agradables como comida sana y lugares de tranquilidad, también una mentalidad que impulse la participación y la auto realización. En pocas palabras: aprender en un entono sano y alegre.
3.- Algunos principios de calidad relacionados con la cultura de comunicación consciente en la escuela.
3.1. La calidad de una escuela se relaciona con la actitud de conceder al alumno el derecho a desarrollar su personalidad en los marcos del sistema social de la escuela, de tal forma que se hace posible la auto realización autónoma y la participación en contextos sociales y de asignaturas. Destacable en esto es que a los requerimientos individuales del joven se les concede prioridad ante requerimientos sociales o económicos, o sea que el devenir de la personalidad del alumno goza de primera preferencia, muy por delante de pautas sociales y de criterios económicos.
3.2. Este concepto de calidad se basa en una percepción del hombre como un ser
con deseos de y con disposición a aprender naturales, que desea descubrir y desarrollar sus capacidades y ser apreciado en la comunidad. Es por ello que en la escuela moderna los llamados “soft skills” tengan prioridad, seguidos por las capacidades sociales y profesionales.
3.3. Aprender es concebido en primer lugar como un proceso creativo, continuo y polifacético y que se realiza armonizando los currículos con las posibilidades de la malla educativa del colegio y la compañía orientadora de los profesores dentro y fuera del colegio.
3.4. Este concepto general de calidad está esencialmente fundamentado en la investigación neurobiológica del profesor Hüther, quien estudió ampliamente la capacidad cerebral, llegando a la conclusión de que sus potenciales pueden desplegarse recién con la presencia de emociones y de la pasión . Transferido este conocimiento a la clase significa que el verdadero aprender sólo es posible en una actitud positiva y constructiva. Aquí puede el profesor vincularse a los deseos e inquietudes del alumnado y generar una atmósfera emocional positiva y libre de estrés.
4.- Una mente atenta en clases como objetivo de calidad en la formación de profesores
Puesto que las crisis no siempre pueden ser sorteadas, los profesores deben capacitarse no solamente en apoyar potenciales sino también en aprender ciertas competencias frente as las crisis. Para ello, es preciso comprenderse a si mismo como un ser polar, manteniendo el corazón abierto y el cariño atento, como lo expresa Haziat Inayat Khan:
“Puesto que el amor es el origen de la creación y la verdadera naturaleza de todos los seres, puede el Hombre que ha comprendido esto, con su simpatía, su amabilidad y su actitud servicial dar aquel alimento que reclama el alma.”
En tanto que para un educador o profesor no solamente el saber y el método son importantes, sino lo que también vale es: “Educar puede sólo quien es alguien y sólo por lo que es” (Udo Kuckartz), de la misma forma hay requerimientos a un pedagogo desde el punto vista analítico-existencial, que junto a didáctica y método de una “buena clase” (Hilbert Meyer) debieran ser objeto en la formación de profesores:
-Claridad de valores del educador
-Relación de respeto con otras personas
-Capacidad de amar al mundo y sus habitantes
-Capacidad de entregarse a otros en vez de egocentrismo
-Talento para encuentro personal
-Poder entusiasmarse por temas o tareas
-Distanciamiento del yo, capacidad de crítica
-Pensar en procesos sistémicos;
-Autoreflexión de los propios patrones de interpretación y acción.
-Afirmación de la cultura de la mente atenta en las clases y en la escuela,
-Capacitación para realizarla, concretamente por un curso en Formación de la Personalidad Orientada a Valores.
Un pedagogo que debe recurrir a su propia persona como “instrumento” para encontrar un vínculo hacia otras personas, para observar y orientar a alumnos, necesita una instrucción de apoyo, considerando la complejidad de los procesos de enseñanza arriba mencionados, para enfrentar exitosamente tanto cuestiones éticas como relativas a la estructura de la personalidad en el sentido del Eneagrama, derivando de allí métodos de resolución para acompañar y orientar a los jóvenes que le han sido encomendados.
Heidrun Drescher-Ochoa