El hombre encadenado (foto propia) Museo de Cádiz, 2010.
Vivimos en una sociedad de medios e información de masas, con la computadora como reloj: nuestra atención es absorbida por las máquinas de imágenes, así es como muchos chicos lo han vivido desde su infancia.
Las imágenes toman el lugar de los textos escritos, como era antes el caso; una imagen sigue a la siguiente, con secuencias de imágenes cada vez más rápidas, en los lugares más emocionantes, de repente hay una interrupción debido a los comerciales; luego continúa: cada vez que aumenta la tensión, se detiene hasta que te rindes porque estás agotado. El hilo del pensamiento, el arco de tensión siempre se interrumpe, eso se imprime en nuestro cerebro como una huella.
Lo que solía ser antes en el cine una rasgadura del celuloide de una película, donde se quedaba detenida y luego continuaba, ahora es bastante normal en la comunicación; los chicos escriben en fragmentos de frase que hay que unir una a una para entender, a veces son simples anacolutos.
Hicieron estudios en la Universidad de Valencia, donde probaron que nosotros entendemos peor los textos informativos si los consumimos en soportes digitales; además el vertiginoso ritmo al que se acostumbra a leer, no permite detenerse y entender. Por lo tanto, el proyecto ‘Un portátil por niño’ en todo el mundo lleva a los estudiantes a hacer lecturas más superficiales”. (ver: ‘El País, 24 de mayo de 2020 p. 6)
Además, estamos ocupados con multitareas: ves una película, arreglas papeles, suena tu teléfono inteligente y haces llamadas. Dejas el trabajo que estás realizando porque la llamada ha dado un nuevo impulso que tiene prioridad… Verás: la debilidad para concentrarse y poner atención es general, y, curiosamente, nos sorprende que los niños y adolescentes que todavía están en el proceso de desarrollo tengan TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). La juventud hoy sólo nos muestra un espejo donde vernos todos, donde se refleja la sociedad. Pero no queremos mirarnos en él: lo que hacemos como adultos está bien y no hay otra manera, y si los niños se ponen inquietos, diagnosticamos un cuadro clínico de su déficit de atención poniendo una etiqueta desvinculándonos del problema para poder tratarlo sin mala conciencia. Luego, les damos Ritalina porque eso es lo que hay, y así los calmamos. El problema queda, así, resuelto, ¿no? o postergado y dejado de lado, yo diría.
Si vivimos en una cultura de déficit de atención, que es un fenómeno general, entonces la terapia también debe ser una tarea social, es decir, tenemos que verlo como una tarea tanto de la escuela como del hogar de los padres, de todo el entorno social y cultural del alumno, y tomar contramedidas:
Crear condiciones de estudios favorables: la multitarea debe estar desterrada, al igual que los teléfonos inteligentes, que los niños entregan a la puerta de la escuela. No les va a pasar nada, los maestros tienen el deber de supervisión y necesitamos niños con los dos pies en el suelo, no zombis.
Los padres por lo general entienden esta medida: Si tienen que aceptar una prohibición de teléfonos inteligentes en su lugar de trabajo porque el jefe no quiere distracción, esto es entonces más fácil de aplicar en la escuela.
También hay buenos modelos a seguir, p.ej. en Francia donde los teléfonos inteligentes están prohibidos en los colegios. ¡Ah, sí!, y después de que los padres se enteraron que los magnates de Silicon Valley envían a sus hijos, por mucho dinero, a escuelas privadas Waldorf porque allí en Sacramento no se permiten medios electrónicos, eso les ha hecho pensar.
Según la propia declaración de Steve Jobs, aquí lo tenemos por escrito. Acto seguido, le entrego la entrevista al empresario:
Analógicos de Silicon Valley
El Mundo, 08.04.2015
A finales de 2010, el fundador, presidente y consejero delegado de Apple, Steve Jobs, hizo una de sus habituales llamadas personales a un periodista para quejarse de la cobertura de los productos de la empresa. El blanco del telefonazo de Jobs -entre cuyas virtudes no se encontraba la amabilidad- fue Nick Bilton, del New York Times. Al final de la charla, Bilton trató de darle un toque más personal a la conversación:
– A tus hijos les debe de encantar el iPad.
– No lo han usado nunca. Limitamos mucho el acceso que los niños tienen a la tecnología.
Cuando Jobs murió, 11 meses después, Barack Obama emitió un comunicado que concluía diciendo: «No hay un homenaje más grande al éxito de Steve que el hecho de que gran parte del mundo se haya enterado de su fallecimiento en un dispositivo que él creó». Paradójicamente, los hijos de Jobs no podían usar esos dispositivos.
El fundador de Apple era una persona complicada. Pero su actitud con respecto a la tecnología de consumo no es inusual en Silicon Valley. Según Bilton, los dos hijos del consejero delegado de Twitter, Dick Costolo, sólo pueden usar sin restricciones los cachivaches electrónicos cuando están en el salón-comedor. El mismo periodista citaba en el New York Times la máxima que de Chris Anderson -ex director de la revista Wired, especializada en tecnología, y consejero delegado de la empresa de drones 3D Technologies- con sus dos hijos:
«No se permite nada con pantalla en el dormitorio. Punto».
Así pues, para algunos directivos de Silicon Valley, la tecnología debe ser usada como el alcohol: con moderación. Porque, a fin de cuentas, crea adicción y reduce la capacidad de atención y de comunicación verbal y escrita.
Una de las escuelas más exclusivas de Silicon Valley, la Waldorf School of the Peninsula, no permite dispositivos electrónicos dentro de sus instalaciones, e incluso desaconseja su uso para los jóvenes cuando están en casa o con amigos.
La Waldorf – cuya matrícula en Bachillerato es de 20.500 euros anuales – tiene entre sus alumnos al hijo del jefe de Tecnología del gigante de las subastas online eBay, además de a los de directivos de Google, Apple, Yahoo o Hewlett-Packard, según el New York Times.
¿Sano interés por el balance entre vida virtual y real? ¿Hipocresía de unos directivos de empresas que precisamente se han hecho multimillonarios gracias a la presencia constante de internet en las vidas de los consumidores? ¿U otra manía de Silicon Valley, un sitio en el que la idea de normalidad es diferente del resto del mundo, como prueba el hecho de que nada menos que el 76% de los estudiantes de la Waldorf no estén vacunados porque, según sus padres, las inmunizaciones provocan autismo?
El debate está abierto. Es cierto que, como recuerda el biógrafo de Jobs, Walter Isaacson, «éste logró cenar con su familia prácticamente todas las noches de sus últimos años a
pesar de su enfermedad y de dirigir la empresa más exitosa del mundo». Y que fueron todas cenas sin iPad o iPhone.
Pero también es cierto que Jobs nunca puso en ningún producto de Apple «úsese con moderación». Si lo hubiera hecho, tal vez Apple no sería la empresa que más vale y más gana del mundo.
PABLO PARDO / Washington
Bueno, hacer grandes negocios y acumular miles de millones, pero proteger a sus propios hijos de sus propias creaciones y de los medios de comunicación, ¡sorprendiente!
Cuando sus hijos sean mayores, – afirma Jobs – podrán continuar con la versión más moderna, pero hasta entonces tienen tiempo para algo que solía llamarse ‘infancia’, un espacio protegido, de descanso, de tiempo libre para desarrollar su potencial y creatividad.
Es verdad: La mayoría de los chicos se sienten abrumados por las multitareas en los espacios sobredimensionados de las escuelas modernas, además, se dan las múltiples relaciones en las familias compuestas o el cambio constante de lugar de vida, que se asocia con mucha inquietud y estrés, especialmente porque la mayoría de ellos ya se encuentra viviendo en ciudades con problemas ambientales, acústicos y electromagnéticos.
Por eso, en la escuela, se debería tratar de conseguir mucha calma, evitando una sobreestimulación, buscando cercanía a la naturaleza y confianza a través de relaciones claras con personas de referencia y con los profesores, o sea, se construye un espacio protegido en el que el profesor es un modelo a seguir y también una figura de autoridad. En primer lugar, estos son los requisitos previos para desarrollar ‘autenticidad’ y llegar a ser el capitán de su propia psique. Los chicos necesitan una visión, un futuro y un sentido de la vida.
A ver, lo que nos recomiendan científicos:
Menos pantalla, más imaginación:
Nuevo estudio sobre los efectos del uso de los medios de comunicación (07.05.2020)
info@waldorf.ideenpool.de
Imagina un prado de flores en un día soleado: ¿Puedes oír el gorjeo de los pájaros, oler el aroma de las hierbas y ver las salpicaduras de color en el verde césped?
Los educadores de la Universidad de Ratisbona han estudiado cómo el consumo de pantalla en casa influye en el desarrollo de esta capacidad en los niños. El estudio, patrocinado por la Fundación Software AG (SAGST), encontró que cuando los niños pasan mucho tiempo frente al televisor, la tableta o el teléfono inteligente, su capacidad para ver imágenes frente a sus mentes se reduce.
Tanto para los niños como para los adultos, la imaginación es un componente importante de las funciones cognitivas, como el pensamiento, la resolución de problemas, el habla y la imaginación. Parece estar basado esencialmente en experiencias sensoriales reales. Las pantallas, por otro lado, transmiten casi exclusivamente experiencias visuales y auditivas. Esto es especialmente cierto cuando los utilizamos para consumir imágenes o películas, porque los estímulos e impresiones que se transmiten aquí ya se presentan «plenamente» al espectador: “Cuanto menos práctica tengan los niños en la creación de sus propias imágenes interiores, más difícil les resultará desarrollar su imaginación», resume Elke Rahmann.
Según el director del proyecto en SAGST, es interesante que esto también se aplica a los medios supuestamente activos, como los teléfonos inteligentes, tabletas o PCs. «Este resultado central del estudio», subraya, «coincide con las observaciones en el ámbito de la Educación Waldorf, que considera que el desarrollo sensorial integral es una base decisiva para una crianza sana».
Los científicos responsables del estudio, el Dr. Sebastian Suggate y el Dr. Philipp Martzog, , también aconsejan, por lo tanto, un uso prudente de los medios digitales y una actividad más compensatoria. «En general», aclaran los profesores, «es cierto que los medios de pantalla no pueden sustituir el lenguaje hablado o la lectura en voz alta. Y los niños también necesitan amplias oportunidades para ser creativos en el mundo tridimensional y tener una variedad de experiencias reales con todos sus sentidos», dicen los maestros, y añaden que «los resultados completos del estudio se pueden encontrar en la revista Developmental Science
(Suggate, S., y Martzog, P.: Screen-Time Influences Children’s Mental Imagery Performance).